EXCURSIÓN
DE PRIMAVERA ABRIL DE 2017
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El
viernes día 21 de abril a las tres y media de la tarde, treinta y ocho ateneístas
nos citamos en el Cohetódromo, para disfrutar de la excursión de primavera que
había programado nuestro Ateneo. Maletas cargadas de ilusión, y como dijo
Aurelio “de deseos de compartir cultura y sentimientos de amistad y cercanía”. Las mismas emociones que nos trasmitió nuestra
amiga Paqui Periche, que como Concejala de Tradicions, Cultura i Fòc y seguidora
de las actividades del Ateneo, quiso despedirnos y desearnos un feliz viaje.
Gracias Paqui.
La
puntualidad ha sido el denominador común a lo largo del viaje, consiguiendo que
se pudieran realizar todos los compromisos adquiridos y así a la hora prevista
llegamos al hotel Papa Luna de Peñiscola, que hizo realidad su afamada leyenda
acogiéndonos con los detalles de un esmerado “cuatro estrellas”. Tras unos
minutos de reposo nos citamos en el hall del hotel, con Adolfo, un joven y
culto historiador-guía, que en pocas horas y sobre el terreno, nos dio una
lección magistral de los orígenes de esta “noble ciudad”.
Nos introdujo en el túnel del tiempo y “vimos”
a través de planos y fotografías, cómo una península rocosa de origen íbero del
siglo VI a. C, al paso de los tiempos, pueblos y culturas, de ir robando
terreno al mar, de combatir cismas y de obedecer a “papas singulares”, de
padecer los estragos de una Guerra Civil, fuera hoy una ciudad mundialmente
famosa. Es verdad que lo han conseguido gracias a las historias que ocurrieron
teniendo al castillo como protagonista y de las gestas que se dieron dentro de
sus murallas renacentistas, pero también, como nos dijo Adolfo, porque un genio
del celuloide, Luis G. Berlanga, con la película “Calabuch” abrió al turismo
mundial una Peñiscola seductora, atrayente y fascinante.
Absortos
en los comentarios del magnífico guía-historiador, nos percatamos que las
cuestas y escalones hasta llegar al castillo habían puesto a prueba nuestras
reservas. Para reponerlas nos esperaba el exquisito, variado y abundante
autoservicio del hotel a quien culpamos de que nuestra “corpulencia” haya
aumentado, a pesar de calmar la conciencia con los bailes nocturnos y las
infusiones con sacarina.
El
sábado lo dedicamos a visitar Morella, localidad declarada “Conjunto
Histórico-Artístico” y para tomar nota de los pormenores de la famosa “Capital
castellonense de los Puertos de Morella”, nuestro querido amigo Ángel Alcañiz
nos obsequió con un cuaderno y un bolígrafo digno de la categoría de su
empresa. Gracias Ángel.
Ana,
la joven y documentada guía, nos presentó una vista panorámica de la ciudad desde
el autobús, para más tarde detenernos para visitar los pormenores del majestuoso
castillo de la Mola que preside la ciudad. Desde sus almenas pudimos contemplar
las majestuosas murallas que la circundan y del abundante patrimonio
arquitectónico que sobresale en la ciudad. Sin duda, la construcción que más
llama la atención es su castillo, de 14 torres y 6 puertas, un verdadero icono
para la población y testigo mudo de importantes acontecimientos históricos,
como la entrada del rey Jaume I durante la Reconquista o las batallas libradas
por El Cid antes de tomar Valencia.
Son
de resaltar entre sus monumentos, la Iglesia Arciprestal de Santa María la
Mayor, de estilo gótico,
y
la de San Nicolás, actualmente convertida en sala de exposiciones. Ana nos
invitó a visitar la ciudad en el próximo septiembre porque se cumple el
“Sexenio de La Mare de Deu de Vallivana”. Una imagen, según la tradición, traída
desde Tierra Santa por el apóstol San Jaime en su viaje hacia Valencia y proclamada
en 1952 patrona canónica de la ciudad de Morella.
La
pesadez de los pies y algunos ruidos indiscretos avisaban que la cultura
gastronómica no está reñida con la cultural y así lo pensó la directiva del
Ateneo concertando una comida “extraordinaria” en el restaurante el “Faixero”
(artesano vendedor de fajas nos aclaró Aurelio) en Cinctorres, a pocos
kilómetros de Morella. Migas
de codorniz, tablas de quesos, embutidos y croquetas morellanas, fueron los
“entrantes”. “Olla morellana” como primero y caldereta de ternera con setas y
salsa de almendra como segundo, regados por vinos de la terreta, que nos “facilitaron”
llegar a una “cuajada morellana” como postre. Foto del grupo para la historia
gráfica del Ateneo y tras la cena y el baile cerramos una completa jornada.
El
domingo nos desplazamos al Delta del Ebro para embarcar en uno de sus muelles y
realizar un crucero sobre la desembocadura del rio. Sus playas
kilométricas, sus arrozales extendiéndose hacia el infinito, su entramado de
caminos y -cómo no- el majestuoso Ebro, forman un paisaje realmente seductor. Este
día como los anteriores fueron soleados y la travesía apetecía disfrutarla
desde la plataforma del barco para, además de tomar el sol, poder observar la
flora y fauna que el guía nos indicaba. El desvío de la carretera nacional del término
municipal nos recordó las impactantes imágenes del incendio del camping de Los
Alfaques en el verano del 78. Terminado el recorrido fluvial pasamos a degustar
unas raciones de mejillones que según los expertos era la época ideal para saborearlos.
El autobús nos trasladó al restaurante Casa Ramón en Sant Carles de la Rápita,
que ya conocíamos de otros viajes y que es famoso por el “gran menú degustación
marinero”. Caracolas, sepia, langostinos, navajas, y frituras variadas componen
los aperitivos que con la degustación de varias clases de arroces integraban el
menú. Se cerró la velada brindando con cava, al tiempo que una buena música nos
invitaba al baile para agilizar cuerpos y alegrar almas.
El
lunes amaneció con sabor a despedidas, maletas, encuestas y con la preocupación
de felicitar a los “Vicentes y a las Ticas”. Jesús, un conductor callado y prudente después
de embarcar el equipaje, puso rumbo a Tortosa, que según las explicaciones de
Adelino, un guía instruido y con palabra fácil, es una ciudad de origen ibero
pero su gran esplendor lo adquiere al ser conquistada a los moros por el conde
Ramón Berenguer IV en el año 1148. Quedó destruida prácticamente en la batalla
del Ebro por los bombardeos franquistas y su reconstrucción se está haciendo larga
y difícil. Gracias a las
pinturas rupestres del arte levantino (Patrimonio de la Humanidad) del Perelló
o Ulldecona, el poblado ibérico del Castellet de Banyoles, y el ser declarada en
2013 como “reserva de la biosfera por la UNESCO” parecen ser motivos para que el
turismo sea la principal fuente de ingresos.
Fue una grata sorpresa encontrarnos abierta la
catedral de Santa María, iniciada en el año 1347 por el obispo Arnau de Llordat
y más tarde ampliada. De todas sus
capillas destaca la dedicada a la Virgen de la Cinta, el mejor ejemplo de
arquitectura barroca de Cataluña, y la capilla de la "Mare de Deu del
Roser". Conserva,
desde 1944, los originales de la lápida trilingüe (la más famosa de toda la
epigrafía judeo-española así como inscripciones romanas y antiguos capiteles,
situados en el subterráneo del refectorio. Saliendo de la Catedral encontramos el
Palacio Episcopal, un edificio construido entre los siglos XIII y XIV, y
remodelado en el siglo XVIII. En 1931 fue declarado Monumento Histórico
Artístico de interés nacional. Adelino tuvo mucho interés en presentarnos la colosal
escultura, levantada en medio del rio, que rememora "a los combatientes
que hallaron la gloria" en la batalla del Ebro. En el 2.007 se solicitó
retirar el monumento en base a
la Ley de la Memoria Histórica de 2.007, pero el Ayuntamiento y la Diputación
de Tarragona declararon que, una vez retirados los símbolos y dedicatorias más
franquistas, el monumento puede ser considerado como un homenaje a los muertos
de los dos bandos y fue incluido en el Catálogo del Patrimonio Cultural Catalán.
Volvimos a Peñiscola para comer pensando que el
servicio de restauración del Papa Luna cumplía con creces las exigencias de un
buen menú, al tiempo que disponíamos de sus instalaciones para una relajada
sobremesa hasta la hora de la salida. Rumbo a Paterna, Aurelio nos invitó a
participar en las variadas actividades propuestas por el Ateneo en la XXIII
Mostra de Teatre así como definirnos en la encuesta presentada para poder
programar excursiones de un día en los fines de semana.
Con palabras de agradecimiento por la
conducta mostrada a lo largo del viaje y por haber sabido “compartir
sentimientos unánimes de cultura, de amistad y cercanía”, Aurelio,
en nombre de la Junta Directiva del Ateneo Cultural de Paterna, felicitó a los
treinta y ocho ateneístas, sintiéndose orgullosos de poderles representar.
Félix Garrido Gil.