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EXCURSIÓN
DE OTOÑO DE 2015
Si las excursiones del Ateneo tienen prestigio
es porque cuidan los detalles y lo
consiguen gracias al esmero y dedicación plena de su directiva, en especial de Pedro
y Aurelio, que intentan ofrecer al socio: cultura, bienestar y satisfacción.
La programación de la excursión de otoño se pensó
con transporte hasta Madrid en AVE, pero vieron que su alto precio podía alejar el deseo de muchos socios. Aunque se mantuvo la opción de la Alta
Velocidad, la mayoría tomamos el autobús camino a Cantabria. Pedro y Aurelio nos dieron la bienvenida al tiempo que nos entregaban un sobre
personalizado con la información precisa y detallada de la excursión. Vimos al
abrirlo que contenía un “Sabroso
Aguinaldo” fruto de la diferencia entre el precio que se programó y el real.
Son detalles que los socios
agradecemos y hacen que no dudemos a la
hora de comparar otras ofertas.
Camino
de Honrubia, Aurelio nos recuerda la festividad del día de la “Patria Valenciana“ y en honor a nuestra Real
Senyera, Maite entona unas jotas
valencianas, compuestas por Aurelio y
llenas de ese sentimiento de amor por la “Terreta” que les caracteriza.
El señorial almuerzo en el restaurante Buendia nos baja a la tierra y nos
da ánimo para entrar en el laberinto de
Atocha y recoger a los que se fueron en AVE.
Si
en algo se debe culpar al Ateneo es por lograr
el record de “kilos acumulados en menos
tiempo”, porque todavía con el regusto
de los manjares servidos en la “Mancha de Cuenca”, nos vemos sentados en el
Asador Alto del León de Guadarrama,
mirando “con cariño” a una sopa castellana y un filete de Ternera de la Sierra”.
Tomamos el camino de “la región de los tesoros arqueológicos” y entre bostezos rotos por el repertorio de
canciones de Maite, de Julian, nuestro Manolo Escobar, y los chistes de Santiago, llegamos al
hotel Azul de Suances, cercano a la
playa, base de nuestras actividades.
El
sábado día 10, lo dedicamos a conocer la ciudad de Santander. Desde muy temprano nos
acompañó Enar, una guía cántabra,
sobria, muy profesional, orgullosa de su cuna “los españoles de nacimiento
somos nosotros, los demás sois conquistados”.
Ya en Santander, visitamos el
lugar más emblemático de la ciudad: el Palacio de la Magdalena, sede
de
la prestigiosa Universidad Internacional Menéndez Pelayo y declarado en 1982
“Monumento Histórico Artístico de Carácter Nacional”. Se construyó entre 1909 y 1911, por suscripción popular
(costó
700.000 pesetas de las del año 1912), para ser la residencia estival de los
reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia.
Era la localidad que les ofrecía las pretensiones
reales: regatas de vela, caza, tenis, polo, así como los célebres “baños de
ola”. Don Juan de Borbón vendió el palacio al ayuntamiento de Santander en 1977 por 150 millones de
pesetas, volviendo así a su propietario inicial. Hoy está
abierto al público y se utiliza como
Palacio de Congresos y Reuniones.
Nos trasladamos
a la localidad de Isla para comer en el hotel “Isla Bella” entre las playas los Barcos y el Sable. Rabas de Jibión, crema
de nécoras y bacalao con pimientos rojos de Isla, fue el menú a degustar típico de la zona. Tras
los postres nos dirigimos a Santoña, una de las bahías más bellas del litoral
cantábrico. Está considerado como el principal puerto pesquero conservero y
salazonero de la zona y de ello dimos constancia comprando sus productos en la
fábrica “Emilia”. En
el paseo marítimo vimos el monumento a
Carrero Blanco, hijo predilecto de la ciudad, presidente del Gobierno
español en el franquismo y muerto en
1973 en atentado terrorista de ETA. No pudimos
visitar la iglesia gótica de Santa María
del Puerto por estar en horario de culto.
En
dirección al hotel, dejando bolsas y compras, bajamos a cenar una menestra de verduras con jamón y merluza
en salsa verde, lo suficiente ligera como para sentirse ágil a la hora del baile programado.
Las
ofertas para el domingo eran
ilusionantes porque en pocas horas
pasaríamos del arte Prehistórico del museo de las Cuevas de Altamira, al
Modernismo de la Universidad de
Comillas. Nos dijo la guía que Cantabria cuenta con más de 9.000 cuevas
naturales registradas, pero que la de
Altamira conserva uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de
la Prehistoria y está declarada “Patrimonio Mundial de la Unesco”. Su techo de
los polícromos ha recibido calificativos como “Capilla Sixtina de la
Prehistoria”- “lugar de peregrinación para espeleólogos” y según Picasso: «Después de Altamira, todo
parece decadente». Sobrecogidos
por las imágenes de hace 18.500 años, nos dirigimos a Santillana del Mar,
declarada Monumento Histórico Nacional y que según la tradición popular se le
llama la “villa de las tres mentiras”,
puesto que ni es santa, ni llana, ni tiene mar. Está diseñada en torno a dos
calles principales, de cantos rodados que nos masacraron los pies, y una de ellas termina en la colegiata de Santa
Juliana, uno de los monumentos románicos más representativos de la región que por
estar cerrada no pudimos ver su interior.
Tras
la comida en el hotel, visitamos
Comillas y si nos impactó Altamira no
menos lo hizo esta ciudad que no solo
destaca por sus edificios medievales y barrocos, sino por ser uno de los pocos lugares fuera de
Cataluña en el que intervinieron artistas modernistas como Antoni Gaudí.
Entre ellos sobresale “el Capricho”, un edificio, modernista y su interés no solo lo despertó la obra del insigne
y religioso ingeniero catalán, sino por el peculiar tono entrecortado y
dramático de la guía, que de esa forma captó nuestra atención.
Digna
de admiración es la Universidad Pontificia de Comillas, un edificio de estilo neogótico mudéjar con elementos decorativos modernistas de finales
del S. XIX. En sus inicios era un seminario católico para la formación al
sacerdocio y construido por su patrocinador, Antonio López y López, primer
marqués de Comillas. En la actualidad, además de la
Facultad de Teología y Derecho Canónico, se han ido incorporando nuevos centros
de estudio e investigación, hasta llegar a las 5 facultades, 2 escuelas y 6
institutos.
El
día de la Hispanidad se despertó lluvioso y no sabemos si lloraba por nuestra
partida o nos agradecía el sol que les habíamos regalado esos días. Tomamos camino de Ávila no sin antes sorprender
a Emilio en el desayuno con una tarta de
cumpleaños y de felicitar a las Pilares
cantando Maite una sentida jota. Llegamos
a Ávila para comer en el restaurante Cuatro Postes, donde nos sirvieron el menú extra de la excursión. Unos selectos
entrantes y el célebre chuletón de Ávila hicieron honor a
los tenedores de la casa. Tras los postres se brindó con cava, dispuestos a salir
cuanto antes y dejar en Atocha con tiempo a los que tomaban el AVE.
Algo inoportuno debió suceder al autobús por la
cara descompuesta de Santiago. Tras
muchas pruebas al alcance de su experiencia, comprobó que un sensor juguetón le impedía el funcionamiento
del coche. Se tomaron las medidas oportunas y aunque el día festivo no nos beneficiaba,
fueron apareciendo los mecánicos del servicio técnico más cercano, los taxis
para
trasladar a Madrid a los del AVE, y la inmediata salida de Valencia de otro autobús.
Los teléfonos fueron calmando la preocupación
de las familias, alegando que dentro de la adversidad, tuvimos suerte al aparecer
la avería en un buen hotel-restaurante, con habitaciones disponibles y cafetería. Los nervios y las tensiones se
fueron disipando y a las ocho de la noche, con un buen bocadillo de jamón y
queso como cena, tomamos rumbo a
Paterna.
Entre
cantos y silencios, Aurelio pidió la palabra para mostrar el agradecimiento del Ateneo por el
ejemplar comportamiento de los 51 “atenienses” así como mostrar públicamente la
gratitud a Pedro y a cuantos han colaborado en el éxito de la excursión.
Santiago al tiempo que pedía “perdón” por la incidencia del autobús, se despedía
por su cercana jubilación. Nos prometió
hacerse socio para participar como tal en los
próximos eventos del Ateneo.
Con
la ilusión de vernos en Galicia (en el AVE hasta León) en la próxima excursión de Primavera, llegamos
cantando :¡Vixca Paterna! Vixca la pàtria chiqueta, on viu la primera llum, vixca
la paternereta flor de sense igual perfum”.
Hasta la
próxima y que seamos felices.
Félix
Garrido Gil.
P.D.: Desde aquí queremos agradecer a Paco y Marga su aportación desinteresada de fotografías de la excursión y a Félix por redactar las experiencias vividas.