Os incluimos aquí la cronología completa de la excursión, que nos ha hecho llegar nuestro amigo y socio Félix Garrido Gil.
Seguimos la marcha hacia Valencia, unos con la esperanza de que alguien diera con la tecla justa para poder ver una película, y otros con ganas de reposar el menú. En ruta y cerca del destino, no faltaron las pastas con la copita de mistela, así como las palabras de agradecimiento de Pedro por el comportamiento observado, al tiempo que adelantaba que sería la “Tierra de los Conquistadores” el itinerario programado para la próxima excursión de primavera. Hasta entonces, seamos felices.
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Los viajes que organiza el Ateneo son conocidos en
Paterna por los socios y por los que sin serlo saben que en primavera y otoño
este centro cultural programa unas excursiones como otra forma de enseñar
y divertir.
El 12 de septiembre a las ocho de
la mañana se dieron cita 41 socios para iniciar la excursión de otoño por
tierras andaluzas. Jaén, Huelva, Córdoba, Sevilla, Cádiz y Jerez, son ciudades
andaluzas con estatus histórico, en las que se fusionan a lo largo del tiempo las
culturas de los pueblos íberos, celtas, fenicios, cartaginés, romanos y
musulmán.
Después del clásico almuerzo en
Honrubia, nos dirigimos hacia Andujar en la provincia de Jaén. Una ciudad
histórica dividida por el Guadalquivir y que por su rica vega, fue centro
de batallas entre moros y cristianos. La Romería de la Virgen de la Cabeza, el
salmorejo, el paté de perdiz y el lomo de tinaja, regados con vino de la
tierra, hablaban de las principales características culturales y gastronómicas
que definen a esta ciudad jienense.
Un mal traspié necesitó de la
atención en urgencias de nuestra amiga Rosario. Su cuidado nos obligó a
perder unas horas, tener que variar lo programado para ese día y
dirigirnos directamente al hotel Meliá en Sevilla.
El viernes día 13, nos esperaba
Antonio a la puerta del hotel. Un simpático y entendido guía sevillano, que
nos mostró los rincones típicos de una ciudad que por su patrimonio
histórico y monumental la convierten en la tercera capital más turística
de España. Visitamos la Plaza de España, La Catedral (con la
Giralda), el Alcázar, el Palacio Real la la Torre del Oro, Patrimonios de la
Humanidad. Paseamos por el típico Barrio de Santa Cruz, parque de María Luisa
tan tatareado en zarzuelas que recuerdan al don Juan de Zorrilla.
Nos trasladamos al Rocío, esa
ciudad almonteña célebre por su santuario a la Virgen, donde el restaurante
“Isidro” nos sorprendió con un típico menú andaluz: “pescadito frito, sopa y
carrillada rociera.” Sentimos en los píes lo que los romeros llaman el “polvo
del Rocío” y en el cuerpo los sofocos de los cuarenta grados de “calor
pegajoso”. Pasamos a visitar el santuario y saludamos a la Virgen del
Rocío con una “salve rociera” que en la voz de Mayte hizo callar y emocionarse
a todos los peregrinos. Aunque el día había pasado factura,
aún hubo fuerzas y ganas para que después de cenar, las chicas “jóvenes”,
contrataran unos coches de caballos para conocer el embrujo de la noche
sevillana.
El sábado nos dirigimos a Jerez
donde nos esperaba Mari Carmen, dispuesta a mostrarnos la ciudad, reconocida
como ”Bien de Interés Cultural” . Hicimos una visita panorámica desde el
autobús, pasamos por la Basílica de
la Virgen de Merced, patrona de la ciudad. Convento de
clausura de Las Reparadoras, de estilo neomudéjar. Vimos la catedral, una
construcción del siglo XVII que aúna los estilos gótico, barroco y neoclásico y
se alza sobre parte de los restos de la primitiva Mezquita Mayor de Jerez del
siglo XII. No pudimos entrar dentro porque se estaba celebrando la misa de la
Coronación de la Virgen.
La comida la teníamos programada en
Cádiz (Gádir en grafía fenicia) "castillo", "fortaleza”. Una
ciudad marcada por su estratégica situación militar y comercial, a caballo
entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo. Un surtido “buffet libre” nos
permitió “engañarnos” aunque el “pescadito frito” la ensalada y el helado
fueron los platos preferidos. Paseo por la playa y recorrido panorámico por la
“Tacita de Plata”.
Atracado en el puerto pudimos
contemplar el novedoso buque “Carlos Iº ” de asalto anfibio de la Armada
Española. Es la nave de mayor tamaño y tonelaje que haya tenido la Armada
Española en toda su historia. Posamos ante el “Monumento al Sitio y
Cortes de Cádiz” levantado con motivo del centenario de la Constitución de
1812, texto constitucional que logró poner los cimientos de un nuevo orden
político y social en España.
Visitamos la Catedral de
Cádiz, sede episcopal de la diócesis de Cádiz y Ceuta. Los 116 años que tardó
su construcción explica la mezcla de estilos: barroco, rococó y neoclásico. Rumbo a Sevilla, cena ligera,
descanso reparador para unos y paseo por el “Puente de Triana” para las más
valientes.
El domingo recuperamos la visita a
la Mezquita de Córdoba, propuesta para el primer día, y allí nos esperaba un
simpático, sabio y original guía que a través de unas laminas, nos
explicaba lo que más tarde íbamos a ver. Entre “chascarrilos” y
curiosidades consiguió atraer nuestra atención para contemplar “La
Catedral de la Asunción de Nuestra Señora” el nombre eclesiástico de la
Catedral de Córdoba, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Se comenzó
a construir en el 786 y a lo largo de sus cuatrocientos años fue objeto de
cuatro ampliaciones. En 1238, tras la Reconquista, se llevó a cabo la
reconversión de la mezquita en una catedral católica con la ordenación episcopal
de su primer obispo, Lope de Fitero.
Hoy constituye el monumento más
importante de Córdoba y de toda la arquitectura andalusí, junto con la
Alhambra. La puerta de Las Palmas da acceso a la mezquita: un bosque de 1.300
columnas de mármol, jaspe y granito sobre las que se apoyan trescientos sesenta
y cinco arcos de herradura bicolores. La capilla Mayor, el coro y el trascoro,
forman el núcleo principal de la Mezquita-Catedral.
Con el último chascarrillo se
despidió nuestro amigo José Julio: “Si tenéis que comprar un crucifijo,
comprarlo de la marca “INRI” que son los más conocidos”
Camino hacia Valencia paramos a
comer en el restaurante Mirasierra de Baños de la Encina, provincia
de Jaén, celebre por sus “berenjenas a la miel, sus lomos de bacalao, chorizos
de la sierra y su pastel “bienmesabe”. También por su Castillo. Una
fortaleza omeya, construida en el siglo X sobre un pequeño cerro que domina
esta localidad jienense.
Seguimos la marcha hacia Valencia, unos con la esperanza de que alguien diera con la tecla justa para poder ver una película, y otros con ganas de reposar el menú. En ruta y cerca del destino, no faltaron las pastas con la copita de mistela, así como las palabras de agradecimiento de Pedro por el comportamiento observado, al tiempo que adelantaba que sería la “Tierra de los Conquistadores” el itinerario programado para la próxima excursión de primavera. Hasta entonces, seamos felices.