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Una de las rutas
turísticas, gastronómicas y culturales que teníamos pendiente los socios
del Ateneo, era la del románico de Castilla y León. Para lograrlo nos
dirigimos hacia esa comunidad aposentándonos en Valladolid, en el céntrico hotel Olid Meliá, de cuatro
estrellas, para desde allí radiar
hacia Salamanca, Zamora, Palencia y Olmedo, como los puntos mas significativos
del ese arte, nacido según los entendidos de la
“prosperidad material y de la renovación espiritual” en la España
de los siglos XI, XII y parte del XIII .
De camino a Madrid paramos en
Honrubia para degustar en el restaurante Buendía su buen vino y
esos famosos embutidos, ideales para combatir el mucho frío y el agua nieve con
que nos recibió la Granja de San Ildefonso, célebre municipio segoviano
por su Palacio Real y sus reales jardines. Nos contó el guía que se
construyó durante el reinado de Felipe V y
mas tarde fue usado como residencia de verano por todos sus sucesores
hasta Alfonso XIII. Pudimos admirar las
bóvedas pintadas al fresco, los cuadros y el mobiliario de los siglos XVIII y
XIX. El museo de tapices donde se expone, entre otras, la serie del Apocalipsis,
del Siglo XVI. Los jardines del siglo XVIII, fueron diseñados por el
arquitecto francés René Carlier, en los que se combinan estatuas de mármol
blanco, y jarrones del siglo XVIII que decoran los parterres y avenidas
de los jardines.
El restaurante la Chata, cercano al
Palacio, nos ofreció su plato estrella “judiones con morcilla y chorizo”
capaz de dar los suficientes “ánimos” para quitarnos el frío y evitar las
tensiones causadas a nuestro buen amigo Santiago, al no poder llegar a la
puerta del hotel por las enredadas calles de Valladolid.
El sábado visitamos
Salamanca, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO que debe su esplendor
a la abundancia de la piedra rosada salmantina, según nos contó “Mamen”,
una guía muy profesional pero fría y estricta como su tierra
vallisoletana. Nos dijo que era una de las pocas capitales que tienen dos
catedrales. La catedral nueva se construyó entre 1513 y 1733 y aunque había que derribar la vieja se impuso
el criterio de mantenerla abierta al culto mientras se realizaba la
construcción de la nueva. Más tarde reconsideraron la idea y decidieron
conservarla. Descubrimos el misterio del porqué un astronauta aparece en
una Catedral del siglo XVII y no es otro que esta figura fue incorporada en la
restauración de 1992, con motivo de la exposición temporal "Las Edades del
Hombre". Nos costó localizar la extraña rana en la
monumental fachada plateresca de la célebre universidad más antigua
que existe en España. Nuestra guía, de forma lacónica y algo incrédula, nos
informó que aquel símbolo escondido tenía que ser encontrado por aquellos
estudiantes que querían aprobar sus exámenes, y de no hallarla, no podrían
doctorarse.
Cercana a la Universidad vimos la Casa de las Conchas. Una
construcción original que aúna elementos
góticos, renacentistas y mudéjares y que se inicia en 1493 por encargo de don Rodrigo Maldonado de
Talavera, caballero de la Orden de Santiago.
Este quizás fuera el motivo que se decorase el edificio con más de 300
conchas símbolo de la Orden. También hay una leyenda en la que se cuenta que
bajo una de las conchas de su fachada se encuentra una onza de oro, lo que no
tendría nada de raro, puesto que era costumbre en la construcción poner alguna
moneda de oro en los cimientos para atraer la buena suerte sobre el
edificio.
Algo cansados de tanta información arquitectónica pasamos a
degustar el arte gastronómico en el restaurante el Bardo cercano a la
Plaza Mayor. Una plaza definida por Miguel de Unamuno como “un cuadrilátero
irregular, pero asombrosamente armónico” y declarada “Bien de Interés Cultural
con categoría de Monumento en el año 1973”. El menú lo formaba unos “entrantes
charros” lentejas, y bacalao al pilpíl. Los postres y el café no los
pudimos reposar porque “Mamen” nos avivaba para visitar con luz la
“capital del románico”.
Esa misma Zamora “que no se ganó en una hora” y que
tiene la calificación de Conjunto Histórico-Artístico desde 1973. Tiene
23 templos en el término municipal y 14 iglesias en el casco histórico, número
que la convierten en la ciudad de mayor número y calidad de templos
románicos de Europa. Su Catedral declarada Monumento Nacional y dedicada
al Salvador es la más pequeña y la más antigua de las once de la Comunidad de
Castilla y León. La Puerta del Obispo es junto al cimborrio la pieza más valiosa
de todo lo románico, constituyendo un ejemplo de decoración arquitectónica, sin
apenas escultura. De vuelta al hotel vimos como el Duero se había desbordado
por las lluvias y seguían la búsqueda de un joven desaparecido.
La mañana del domingo, 7 de Abril, la dedicamos a
conocer Valladolid, centro industrial de Castilla y León y uno de los más
importantes del norte de España. Como lo hicimos a píe, nos llamó la atención
la soledad de las calles en esa fría mañana. “Mamen” nos advirtió que los domingos,
la gente se despierta para asistir a misa de doce, y después se citan para
tomar vinos alrededor de la Plaza Mayor, el “salón de estar de la
ciudad”. Una plaza que se proyectó en el siglo XIII y hoy es el lugar de
referencia, punto de encuentro, y una de las más grandes de España. “Nadie
puede decir que conoce Valladolid si no visita las cuatro Plazas: la de San
Pablo, Plaza España, Plaza Mayor y Plaza Zorrilla”
Visitamos el Museo Nacional de escultura. El Palacio de
Santa Cruz, la primera muestra de arte renacentista en España y en la
actualidad sede del rectorado de la Universidad, del Museo de la Universidad y
de la Fundación Alberto Jiménez-Arellano Alonso. Nos sorprendió la sencillez y
austeridad de la Catedral de nuestra Señora de la Asunción, que fue esbozada en
el siglo XVI por el arquitecto Juan de Herrera con añadidos barrocos.
Actualmente sigue siendo una obra inacabada pues solo está construida en un
40-45 % por el riesgo que supone la difícil cimentación del templo,
construido en una zona de gran desnivel en el terreno. Saliendo hacia
Palencia vimos el estadio de futbol Zorrilla, llamado popularmente de la
“pulmonía” en referencia a la que cogió su majestad el rey Juan Carlos en
la final de Copa de 1982, cuando aún no se había hecho el cerramiento
actual.
Palencia nos recibió con agua y frío pero lo remediamos con
un excelente menú en el restaurante “Chapó” de cuatro tenedores. Nos dirigimos
a la Catedral Basílica de san Antolín, mártir, patrono de Palencia. Se trata de
un edificio de estilo gótico, aunque conserva elementos anteriores, de época
visigoda y románica, y elementos decorativos renacentistas, barrocos y
neoclásicos. La construcción del edificio comenzó en el siglo XIV y sus más de
130 metros de longitud la convierten en una de las mayores catedrales de
España. Aunque fue el primer monumento del municipio de Palencia en ser
declarado como Monumento Nacional, se la conoce por la “ bella desconocida”
Esta construida bajo una cripta con dos espacios claramente
diferenciados, por una parte la cripta visigoda, y por otra una nave
protorománica del siglo XI.
Pasamos al Monasterio de las Claras, construido en estilo
gótico entre los siglos XIV y XV. La parte conventual sigue estando habitada
por una comunidad de monjas Clarisas y la iglesia está abierta al culto
regular, con exposición perpetua del Santísimo. El Monasterio basa su fama en
la imagen devocional del Santísimo Cristo Yacente de las Claras, una figura
cuya acusada expresividad ha dado pábulo a una literatura de leyendas y milagros.
De vuelta a Valladolid visitamos la iglesia de san Pablo, cercana al hotel,
unos para oír misa y otros para admirar el gótico isabelino, habitual en
tiempos de los Reyes Católicos, y observar que tras muchos siglos sigue siendo
la iglesia conventual de los dominicos.
El lunes de san Vicente, además de
felicitar a “Ticas y Vicentas” era el día del regreso a casa, pero
aprovechable para visitar de paso la célebre ciudad de Olmedo, “ciudad de
olmos” al sur de la provincia de Valladolid. Visitamos el Parque temático
Mudéjar, con réplicas a escala de los edificios mudéjares más significativos.
Vimos en el Palacio Caballero de Olmedo, la representación en versión
virtual de la obra burlesca de Lope de Vega el “Caballero de Olmedo”. Por el
túnel del tiempo reconocimos a Don Alonso, «el caballero de Olmedo», y a
Doña Inés, la dama de la que están enamorados tanto don Alonso como su
prometido don Rodrigo. Los amoríos imposibles terminaron trágicamente con el
celebre cantar “Esta noche le mataron al Caballero, a la gala de Medina, la
flor de Olmedo”.
Camino de Segovia, nos esperaba una
gran sorpresa gastronómica. Paramos en el Mesón de Cándido para degustar las
exquisiteces del Mesonero Mayor de Castilla, regentado hoy por su hijo. Tuvo a
bien, vestirse a la antigua usanza y hacer, a los valencianos, los
protocolos reales de “quebrar el cochinillo crujiente con un plato, y
tirarlo al suelo ante el entusiasmo de los comensales”.El menú, servido en la
sala Regia, lo formaba : unos entremeses de morcillas de arroz, setas
segovianas, pimientos rellenos castellanos. Como primero una sopa cubierta
castellana y por supuesto un cochinillo bañado con vinos de bodegas de Ribera y
de Rioja castellanas. Como postre, tarta de ponche muy típica de Segovia. Al
final brindamos con cava por la felicidad de los 54 socios presentes,
finalizando el brindis con el canto de unas “albaes” compuestas por la
atinada pluma de Aurelio y entonadas por la privilegiada voz de Mayte.
Rumbo a la “terreta” y degustando en
el autobús, mistela y pastas, Pedro nos informó de los proyectos de las futuras
excursiones. Santiago tomaba el micrófono para agradecer nuestro
comportamiento y al divisar la Torre, entonamos el himno a Paterna. Con morriña
porque se terminaba la ruta del románico en Castilla y León pero
contentos e ilusionados porque falta menos para la próxima salida.
Félix Garrido
Gil
(ateneista i amigo que ha realizado este completo trabajo sobre la excursión citada)