Ilusionaba la propuesta que el Ateneo
nos ofrecía por ser una bonita forma para olvidarnos de las riadas primaverales
y de atender los cansinos mítines electorales. Olga nos citó a las ocho de la mañana,
junto a les “coves de la Torre”, pusimos rumbo a la “muy noble y leal ciudad de
Guadix”, la “Wadi Ash” musulmana, la Guadix de la diócesis del siglo I, la de San
Torcuato, su primer obispo.
Hicimos
un alto en Mesón Carlos, para cumplir con el ritual “sagrado” de “l’esmorzar”. Con
el regusto de un buen café manchado, emprendimos la marcha ambientados con la música
de Nat King Cole que nos trasportó a la época de “juventud y de ronda”. Una
vista panorámica nos descubrió a la Guadix monumental. Alberto, el simpático y
documentado guía, nos informaba que además de la Alcazaba y la Catedral,
destacan como distintivo de la ciudad las 2000 cuevas-viviendas subterráneas
que le dan el título de: “Capital Europea de las Cuevas”, parecidas a nuestras
Coves de Paterna.
Tras
degustar un buen menú en el restaurante Venta Cañada, nos dirigimos a la
catedral de “Santa María de la Encarnación” de Guadix, de estilo gótico tardío,
renacentista y barroco. En sus orígenes fue una iglesia hispano-visigoda y que
sobre ella se instaló la mezquita mayor de la ciudad. Los cristianos en el
siglo XVI iniciaron su reconstrucción y la acabaron a mediados del XVIII. Uno
de los atractivos turísticos de la visita a Guadix es ver la réplica de la
estatua de la Piedad de Miguel Ángel. Se trata de una talla escultórica
realizada en mármol de Carrara. Fue brutalmente destruida durante la Guerra
Civil y reconstruida magistralmente hace algunos años por la escultora doña
María Ángeles Lázaro Guil. Emprendimos la marcha hacia Motril, centro logístico
elegido, donde nos esperaba la comodidad y el lujo del hotel “Elba”, un cuatro
estrellas con cáterin y servicios acordes con las exigencias que siempre
reclama la directiva del Ateneo.
Tras
un completo desayuno partimos hacia Granada, la que definió el granadino
Federico García Lorca diciendo que: “Granada es música y poesía, puro arte
monumental, cultura milenaria. Sus pueblos blancos desparramados por valles y
laderas que mueren en los acantilados y playas de la Costa Tropical”. Alberto,
como guía experto, pensó que la mejor forma de mostrarnos la magia y la belleza
del Albaycín y el barrio gitano del Sacromonte, era callejearlos desde el
Mirador de san Nicolás. Ir “pateando” las cuestas empinadas de los Cármenes
granadinos, de la Alhóndiga nazarí, del Corral del Carbón... Terminamos el
recorrido en el cauce del río Darro, el “Dat Aurum, “el que da oro”. Allí nos
esperaba María del Mar, la guía granadina que nos explicaría la monumental
Granada modernista. Recorrimos la Carrera del Darro, una de las calles más
transitadas e históricas de la ciudad, que nos llevó al restaurante la Cueva,
donde además de degustar un buen menú, recuperamos las fuerzas perdidas por las
callejuelas alpujarreñas.
Conocimos
la “Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación” de Granada. Aunque
las obras comenzaron, bajo la dirección de Enrique Egas, en 1523, sin embargo,
fue Diego de Siloé quien la terminó en 1563. Fue diseñada para servir de
panteón y albergar los nichos mortuorios de los Austrias, función que se
desecha cuando Felipe II construye el Monasterio del Escorial. En la capilla
Real, joya del gótico isabelino, destacan las esculturas orantes de los Reyes
Católicos y los panteones con sus restos mortales.
Despedimos
Granada probando sus dulces “Piononos” y justificando el porqué de las lágrimas
de Boabdil el Chico al entregar tantos tesoros. Entendimos los versos del
mejicano Francisco de Asís de Icaza dirigidos al ciego de la Puerta de la
Justicia: “Dale limosna mujer / que no hay en la vida nada / como la pena de
ser / ciego en Granada”.
El
domingo lo reservamos para visitar Almuñécar, un importante centro turístico
ubicado entre el mar y la montaña del Valle Tropical. En su origen fue un
pequeño enclave fenicio llamado “Sexi” de ahí el gentilicio “sexitano” de sus
habitantes. A finales del siglo III a. C., llegaron los romanos, encontrando
una ciudad bien estructurada, con una pujante economía basada en la salazón de
pescado, fabricación de “garum” y moneda propia. El garum o garo, nos explicó
la guía, era una salsa de pescado preparada con vísceras fermentadas de
pescado, considerada como un alimento afrodisíaco, solamente consumido por las
clases altas de la sociedad romana.
Abderramán
I llega a Almuñécar en el año 755 haciendo de la ciudad un punto fuerte de
defensa, siendo el castillo de san Miguel punto dominante. Es digno de ver los tramos
que quedan del acueducto romano de Sexi. Se trata del monumento romano mejor conservado
de Andalucía, por lo que es considerado Bien de Interés Cultural desde 1931.
De
camino hacia Nerja, paramos a comer en el restaurante de una estación de
servicio y tan solo un sabroso salmorejo pudo salvarse del menú ofrecido.
Nerja, en sus orígenes, tiene una larga historia, reconocida tras los hallazgos
de las pinturas rupestres encontradas en sus cuevas. Fueron descubiertas en
1959, y constituyen las imágenes de arte prehistórico más antiguas de la
historia de la humanidad con 42.000 años de antigüedad. Paterna y Nerja han
quedado unidas por nuestro querido paisano “Chanquete” gracias a la famosa serie
televisiva “Verano Azul”. Queda constancia con la exposición de la barca “La
Dorada” en el centro urbano. Fotografiarnos junto a ella era la mejor forma que
el Ateneo podía rendir al paternero universal, D. Antonio Ferrandis.
De
camino a Motril visitamos el malagueño pueblo de Frigiliana, que por las
monedas fenicias y romanas encontradas en 1965 en el Cerrillo del Tejar, confirman
su presencia. La cena no solo repuso las fuerzas perdidas sino que sobraron
para disfrutar de la tertulia, el café y el baile.
De
regreso a casa, acompañados por la música de nuestro paisano Nino Bravo,
hicimos un alto logístico en la murciana ciudad de Lorca. Su casco antiguo y el
recinto del castillo fueron declarados conjunto histórico-artístico el 5 de
marzo del 1964. Visitamos la colegiata de San Patricio, un edificio de estilo
renacentista declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional por decreto del
27 de enero de 1941. Esta Colegiata es la única en España que se encuentra bajo
la advocación de San Patricio al ganar sus habitantes en esa festividad la batalla
a los musulmanes. Su construcción estará marcada por los 250 años que duraron
sus continuas interrupciones. La fachada principal por su belleza y
monumentalidad, constituye uno de los elementos más destacados. Fue erigida
entre 1694 y 1704 por José de Vallés y su impresionante trascoro lo decoró el
célebre imaginero Nicolás Salzillo. La desaparición durante la Guerra Civil de
gran parte de los archivos de la Colegiata, produjo una irreparable pérdida de
gran valor histórico. La ciudad es conocida también por su Semana Santa, tanto por
la belleza de las imágenes como por los “Desfiles Bíblicos Pasionales”
representando escenas del Antiguo Testamento. En ellas participan cabalgaduras
y carrozas de enormes dimensiones. Los bordados en seda de túnicas y
estandartes forman parte del legado artesanal, marcados por la rivalidad entre
dos de sus cofradías o pasos, el Azul y el Blanco. Ha sido declarada como fiesta
de Interés Turístico Internacional en 2007.
Comimos
en el restaurante Antonio Navarro, en la Hoya, pedanía de Lorca, y nos
sorprendió la excelencia de su cocina casera. A los entrantes de berenjenas
crujientes y los tres platos clásicos de un buen cocido, siguieron fuentes de
frutas variadas, rematadas con un exquisito pastel casero. Se reclamó la
presencia de la cocinera para felicitarla con un largo aplauso.
En
el trayecto hacia la “Patria chiqueta” tomó la palabra nuestro Presidente Ángel
Barona, quien nos recordó las próximas actividades programadas por el Ateneo,
al tiempo que Aurelio, visando ya la Torre y el Palau, añoró la voz de Mayte
para entonar el himno a Paterna. Hasta la próxima si Dios quiere.
Félix Garrido Gil