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EXCURSIÓN
DE OTOÑO DE 2015
Si las excursiones del Ateneo tienen prestigio
es porque cuidan los detalles y lo
consiguen gracias al esmero y dedicación plena de su directiva, en especial de Pedro
y Aurelio, que intentan ofrecer al socio: cultura, bienestar y satisfacción.
La programación de la excursión de otoño se pensó
con transporte hasta Madrid en AVE, pero vieron que su alto precio podía alejar el deseo de muchos socios. Aunque se mantuvo la opción de la Alta
Velocidad, la mayoría tomamos el autobús camino a Cantabria. Pedro y Aurelio nos dieron la bienvenida al tiempo que nos entregaban un sobre
personalizado con la información precisa y detallada de la excursión. Vimos al
abrirlo que contenía un “Sabroso
Aguinaldo” fruto de la diferencia entre el precio que se programó y el real.
Son detalles que los socios
agradecemos y hacen que no dudemos a la
hora de comparar otras ofertas.
Camino
de Honrubia, Aurelio nos recuerda la festividad del día de la “Patria Valenciana“ y en honor a nuestra Real
Senyera, Maite entona unas jotas
valencianas, compuestas por Aurelio y
llenas de ese sentimiento de amor por la “Terreta” que les caracteriza.
El señorial almuerzo en el restaurante Buendia nos baja a la tierra y nos
da ánimo para entrar en el laberinto de
Atocha y recoger a los que se fueron en AVE.
Tomamos el camino de “la región de los tesoros arqueológicos” y entre bostezos rotos por el repertorio de
canciones de Maite, de Julian, nuestro Manolo Escobar, y los chistes de Santiago, llegamos al
hotel Azul de Suances, cercano a la
playa, base de nuestras actividades.
El
sábado día 10, lo dedicamos a conocer la ciudad de Santander. Desde muy temprano nos
acompañó Enar, una guía cántabra,
sobria, muy profesional, orgullosa de su cuna “los españoles de nacimiento
somos nosotros, los demás sois conquistados”.
Era la localidad que les ofrecía las pretensiones
reales: regatas de vela, caza, tenis, polo, así como los célebres “baños de
ola”. Don Juan de Borbón vendió el palacio al ayuntamiento de Santander en 1977 por 150 millones de
pesetas, volviendo así a su propietario inicial. Hoy está
abierto al público y se utiliza como
Palacio de Congresos y Reuniones.
En
dirección al hotel, dejando bolsas y compras, bajamos a cenar una menestra de verduras con jamón y merluza
en salsa verde, lo suficiente ligera como para sentirse ágil a la hora del baile programado.

Tras
la comida en el hotel, visitamos
Comillas y si nos impactó Altamira no
menos lo hizo esta ciudad que no solo
destaca por sus edificios medievales y barrocos, sino por ser uno de los pocos lugares fuera de
Cataluña en el que intervinieron artistas modernistas como Antoni Gaudí.
Entre ellos sobresale “el Capricho”, un edificio, modernista y su interés no solo lo despertó la obra del insigne
y religioso ingeniero catalán, sino por el peculiar tono entrecortado y
dramático de la guía, que de esa forma captó nuestra atención.
Digna
de admiración es la Universidad Pontificia de Comillas, un edificio de estilo neogótico mudéjar con elementos decorativos modernistas de finales
del S. XIX. En sus inicios era un seminario católico para la formación al
sacerdocio y construido por su patrocinador, Antonio López y López, primer
marqués de Comillas. En la actualidad, además de la
Facultad de Teología y Derecho Canónico, se han ido incorporando nuevos centros
de estudio e investigación, hasta llegar a las 5 facultades, 2 escuelas y 6
institutos.
El
día de la Hispanidad se despertó lluvioso y no sabemos si lloraba por nuestra
partida o nos agradecía el sol que les habíamos regalado esos días. Tomamos camino de Ávila no sin antes sorprender
a Emilio en el desayuno con una tarta de
cumpleaños y de felicitar a las Pilares
cantando Maite una sentida jota. Llegamos
a Ávila para comer en el restaurante Cuatro Postes, donde nos sirvieron el menú extra de la excursión. Unos selectos
entrantes y el célebre chuletón de Ávila hicieron honor a
los tenedores de la casa. Tras los postres se brindó con cava, dispuestos a salir
cuanto antes y dejar en Atocha con tiempo a los que tomaban el AVE.
Algo inoportuno debió suceder al autobús por la
cara descompuesta de Santiago. Tras
muchas pruebas al alcance de su experiencia, comprobó que un sensor juguetón le impedía el funcionamiento
del coche. Se tomaron las medidas oportunas y aunque el día festivo no nos beneficiaba,
fueron apareciendo los mecánicos del servicio técnico más cercano, los taxis
para
trasladar a Madrid a los del AVE, y la inmediata salida de Valencia de otro autobús.
Los teléfonos fueron calmando la preocupación
de las familias, alegando que dentro de la adversidad, tuvimos suerte al aparecer
la avería en un buen hotel-restaurante, con habitaciones disponibles y cafetería. Los nervios y las tensiones se
fueron disipando y a las ocho de la noche, con un buen bocadillo de jamón y
queso como cena, tomamos rumbo a
Paterna.
Entre
cantos y silencios, Aurelio pidió la palabra para mostrar el agradecimiento del Ateneo por el
ejemplar comportamiento de los 51 “atenienses” así como mostrar públicamente la
gratitud a Pedro y a cuantos han colaborado en el éxito de la excursión.
Santiago al tiempo que pedía “perdón” por la incidencia del autobús, se despedía
por su cercana jubilación. Nos prometió
hacerse socio para participar como tal en los
próximos eventos del Ateneo.
Con
la ilusión de vernos en Galicia (en el AVE hasta León) en la próxima excursión de Primavera, llegamos
cantando :¡Vixca Paterna! Vixca la pàtria chiqueta, on viu la primera llum, vixca
la paternereta flor de sense igual perfum”.
Hasta la
próxima y que seamos felices.
Félix
Garrido Gil.
P.D.: Desde aquí queremos agradecer a Paco y Marga su aportación desinteresada de fotografías de la excursión y a Félix por redactar las experiencias vividas.